Galería de mapas mentales EJE 1 Desarrollo social y personal en la primera infancia
Este es un mapa mental sobre EJE 1 Desarrollo social y personal en la primera infancia, creado con EdrawMind, Contenido principal: Vivir espacios de participación genuina,Descubrir la identidad,Construir la autonomía,Desarrollar seguridad y confianza en sí mismos. Creado con EdrawMind.
Editado a las 2024-03-15 00:05:06,Este es un mapa mental sobre Funciones de la evaluación,Contenido principal: Evaluación inicial,Evaluación externa,Evaluación global,Evaluación interna,Evaluación parcial,Función Formativa,Función sumativa o final,Función Diagnóstica.
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EJE 1: Desarrollo social y personal en la primera infancia
Desarrollar seguridad y confianza en sí mismos
A partir de las acciones sensibles que hacen los adultos frente a sus demandas, deseos y sentimientos, que les permita generar confianza en sí mismos y en lo que les rodea experimentan, a través de su cuerpo, el cambio de temperatura mientras se les cambia la ropa, las sensaciones que producen las texturas, el contacto con los adultos cuando los alzan, los arrullan o los bañan; así van construyendo un ritmo diario que les da seguridad y confianza, constituyéndose en la envoltura emocional que los abriga y les da seguridad.
El estrecho vínculo que une a la madre con el niño permite que ambos conozcan el ritmo, tiempo y secuencia de los movimientos del otro, convirtiéndose así en los ritmos madre que permiten esa conexión entre madre e hijo (Maquieira, 2007). Lo anterior cimenta su seguridad afectiva.
A partir de allí, las niñas y los niños empiezan a construir su autonomía, ya que acudirán a solicitar apoyo de los adultos significativos que los acompañan cuando sea necesario porque se sienten seguros de sí mismos. Poco a poco la necesidad permanente de contacto físico va disminuyendo porque la contención emocional se va trasladando al interior de las niñas y los niños. El control de esfínteres no se enseña directamente, ya que es un logro en el desarrollo que va de la mano con la maduración, la experiencia social y cultural” (Pitluk, 2009, p. 61); no es algo que deba enseñarse en las instituciones educativas. Sin embargo, sí se promueve la apropiación de las normas sociales y culturales que acompañan este proceso de desarrollo como ir al baño, bajarse la ropa para no mojarla y dejar de usar el pañal.
Construir la autonomía
Durante la primera infancia, las niñas y los niños construyen las bases necesarias para desarrollar su capacidad de tomar decisiones en interdependencia con los otros y de cara al contexto en el que viven..
Permiten la construcción de su identidad y la elaboración de sentido sobre sus capacidades para desenvolverse en el mundo. A partir de allí, la toma de decisiones se ve mediada por los pactos sociales y acuerdos explícitos e implícitos para la sana convivencia que establecen las sociedades. “necesitan poner a prueba el nuevo conocimiento de que son seres individuales con algo de control sobre su mundo” (Bordignon, 2005). De igual modo, se ven fortalecidos los procesos de construcción de identidad individual y social, y la apropiación de normas culturalmente aceptadas.
Descubrir la identidad
Todos los seres humanos comienzan a desarrollar su identidad desde muy pequeños gracias a las interacciones que tienen con los adultos que les cuidan y las formas en que lo hacen. Así, el bebé experimenta lo que le causa placer y lo que no, y, de esta manera, va construyendo sus propios gustos y cualidades. es importante que la maestra o el maestro le brinde al niño y a la niña espacios y experiencias de exploración con diversas texturas, olores, sabores y ruidos con los que puedan experimentar distintas sensaciones.
El dominio del lenguaje aunado al movimiento independiente empuja a las niñas y a los niños a la ampliación de las relaciones con el mundo físico, social y cultural, y, con ello, a la vivencia plena del juego simbólico. De allí que se afirme que la construcción de la identidad se abre paso a partir del juego porque se potencia la relación del niño o la niña como individuo con la realidad compartida (Winnicot, 1980). No se trata entonces de estandarizar las experiencias buscando que todos lleguen a un lugar idéntico y logren las mismas metas, sino más bien de ofrecer oportunidades para que cada uno imagine y cree qué quiere hacer y cómo lo puede lograr
Vivir espacios de participación genuina
se requieren adultos dispuestos a escuchar y a permitir su participación en el hogar y en los diversos entornos sociales y educativos donde transcurre la vida infantil. Estos prejuicios relativos a la incapacidad de la infancia amordazan eficazmente la voz de los niños y dan como resultado la persisten - te subestimación de su potencial para participar competente y racionalmente en la toma de decisiones. (2004. p. 4).
Las muestras de respeto frente a las opiniones de los niños y las niñas están en la base de la construcción de ciudadanía desde los primeros años, pues, de esta manera, se les reconoce como actores sociales que participan en la construcción y determinación de sus propias vidas, en la vida de las personas que los rodean y en la sociedad misma (Dahlberg, Moss y Pence, 2005). importancia de sus opiniones y de sus convicciones, se les aliente a ser curiosos, a discutir, a desafiar, a ser creativos, a buscar, a descubrir, a escuchar, a ser escuchados.
Al respecto, la UNICEF (2002) considera que en estos espacios escolares los derechos de la niñez se materializan desde el deber ser, reflejado en el PEI, el Manual de Convivencia, el Gobierno Institucional y Escolar, las normas, los estilos de relación, la disciplina, el tiempo libre, la jornada escolar, el juego, etc.
A partir de esa seguridad afectiva, podemos decir que las niñas y los niños se sienten seguros de sí mismos, confían en sus capacidades y establecen vínculos fuertes con sus cuidadores, quienes les permiten reconocerlos como figuras de soporte y contención, expresar con facilidad sus emociones y, ante situaciones de estrés, esforzarse por guardar la calma y no actuar de manera reactiva ni impulsiva. Resulta fundamental acompañar con comprensión los tiempos, emociones e intereses de las niñas y los niños para que avancen en el sentimiento básico de confianza hacia el mundo, la regulación de las emociones, el sentido de pertenencia, el desarrollo de la autoestima, el reconocimiento de las capacidades propias y de las relaciones interpersonales que les permitan decidir y asumir cada vez mayores responsabilidades, desenvolviéndose en el entorno de acuerdo con normas, principios morales y convenciones que van construyendo y apropiando.